Todo tiempo pasado, dicen, fue mejor. El día sábado en el taller de encuadernación, me doy cuenta que antes todo era más lindo, más simple, pero no por eso menos complejo. Encuadernar era una tarea que se la encargaban a personas con un don, la delicadeza, el esmero y la perfección en los detalles.
La prolijidad en el trabajo nos entregará encuadernaciones maravillosas. El proceso de encuadernar hoja a hoja, es relajante, es viajar a tiempos antiguos donde todos los libros eran cocidos con hilo de algodón, uno a uno... hoy ya no, sólo encontramos libros pegados con silicona caliente y eso sería todo. Libros que después de unos años comienzan a ajarse.
Comencé a conocer una parte de la encuadernación, simple, delicada y con perfección de japonés. A ver que sale de lo aprendido y a aprender más.
Les dejo unas imágenes de mi estadía en el taller en la Biblioteca Viva junto a Javiera Barrientos.